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Inmunodeficiencias: Deficiencia de anticuerpos

La deficiencia de anticuerpos es una manifestación del deterioro en la maduración o la función de los linfocitos en la sangre. Las células no reaccionan o lo hacen de forma inadecuada a los patógenos invasores, y el sistema inmunitario es incapaz de mantener una concentración normal de anticuerpos en la sangre.

La consecuencia es la aparición de infecciones recurrentes y en ocasiones potencialmente letales, así como la producción de trastornos en la función de determinados órganos. Una consecuencia particularmente característica es un incremento de la susceptibilidad a las infecciones bacterianas. La curación de heridas y la regeneración de tejidos pueden también deteriorarse debido a la inducción de reacciones inflamatorias por falta de mecanismos inhibidores.

Se distingue entre inmunodeficiencias congénitas (primarias) y adquiridas (secundarias).
 

Inmunodeficiencia primaria

Entre las causas de las enfermedades de inmunodeficiencia primaria se encuentran los trastornos funcionales congénitos de las células B productoras de anticuerpos así como las alteraciones de la interacción entre las diversas células inmunitarias, desórdenes metabólicos y ciertas anomalías genéticas.

Hasta la fecha se han identificado alrededor de 100 anomalías inmunitarias congénitas diferentes. Su incidencia se estima en 1 por cada 10.000 habitantes.

Las inmunodeficiencias primarias no sólo se manifiestan en forma de una mayor susceptibilidad a la infección sino que, abandonadas a su evolución natural, pueden dar lugar a un mayor riesgo de aparición de enfermedades autoinmunes o neoplásicas.

En su mayoría la inmunodeficiencia primaria se diagnostica en la infancia. Estos pacientes con IDP presentan más infecciones bacterianas y víricas graves que los demás niños. Existen signos de alerta específicos que pueden contribuir a aumentar la capacidad para diagnosticar la IDP en niños y adultos.

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Signos de alerta de IDP
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Inmunodeficiencia variable común (IVC) en adultos

Los síntomas clínicos de la IVC suelen reconocerse entre los 20 y los 30 años de edad. EnAl principio, las infecciones pueden ser tratadas sin problemas importantes. Sin embargo, debido a la deficiencia de IgG persistente, estos pacientes presentan infecciones crónicas y disfunciones severas de órganos, que pueden implicar pulmones, estómago, hígado, bazo y ganglios linfáticos. La deficiencia de IgG se asocia a deficiencia de IgM así como de IgA.

En la mayoría de casos el diagnóstico se produce de forma tardía o ni siquiera se diagnostica, principalmente a causa de una falta de conocimiento suficiente de este proceso.

El largo camino al diagnóstico correcto: Historia de una paciente

La película describe el largo camino que tuvo que recorrer una mujer joven con IVC que sufre un aumento gradual de la frecuencia de episodios de tos, bronquitis y otitis media.

Inmunodeficiencias secundarias

La inmunodeficiencia secundaria se produce cuando alguna enfermedad altera la capacidad de las células inmunitarias para reaccionar frente a los agentes patógenos y formar anticuerpos. Esta forma de inmunodeficiencia se asocia a neoplasias o enfermedades autoinmunes, ya sea por la propia enfermedad en si misma, o como efecto secundario de su tratamiento – a menudo inmunosupresor -  que deteriora permanentemente la función del sistema inmunitario.

Habitualmente también en este caso las causas se presentan a nivel celular y afectan a la multiplicación y la maduración de las células inmunitarias así como a las interacciones entre ellas.